La televisión es un mercado, y, como
tal, está sujeto a sus propias leyes. Se emite lo que los espectadores ven, y
si un producto no funciona, se desecha. Ante todo se trata de ganar dinero. Así
de sencillo. Éste es el motivo de que los contenidos ofrecidos por las
productoras televisivas traten de alcanzar un carácter ligero, llegando a lo banal
en muchos casos y rebajándose al empleo del puro morbo por aumentar beneficios.
Sin embargo, y aún con todo, ciertos proyectos audiovisuales culturales
consiguen ver la luz. No son programas de éxito, pero algunos consiguen un
justo reconocimiento, y todos colaboran en una labor educativa, a menudo
olvidada, que todas las cadenas televisivas deberían tener en cuenta por pura
ética.
Afortunadamente, la televisión está en
plena evolución y actualmente ofrece multitud de posibilidades impensables hace
apenas 10 años. El modo de verla ha cambiado con la intromisión de Internet,
siendo habitual la visión fragmentada de contenidos o el empleo de nuevas
plataformas. Un panorama que posibilita la customización propia de la consumición
del telespectador y que facilita la difusión de la cultura por medio de lo
audiovisual. Apoyándome en esta reflexión, me gustaría comentar algunos de los
programas televisivos sobre difusión arqueológica en España.
Consciente de que como televisión pública,
su deber es proporcionar un amplio espectro de contenidos, Televisión
Española emite con regularidad una programación por medio de su canal La 2 de claro carácter educativo y
cultural, entre la cual TVE se ha aventurado más de una vez en el campo de la difusión
arqueológica, alcanzando por su calidad e innovación un reconocimiento
a nivel nacional e internacional. Estamos hablando de los programas Arqueomanía e Ingenieria
Romana.
El primero, presentado por el exministro de Trabajo y Asuntos Sociales Manuel
Pimentel, se trata de un programa de divulgación científica al uso, de un corte
clásico pero efectivo, encargado de llevar a cabo viajes expositivos por
cuestiones arqueológicas de interés.
El segundo, en cambio, es más novedoso. Presentado
esta temporada, Ingeniería Romana es
una serie documental presentada por el experto Isaac Moreno que apuesta por la realidad
virtual y aumentada para explicar los procesos, métodos y recursos
constructivos en las obras arquitectónicas romanas. Un programa serio, elegante
y espectacular que no ha tardado en ser reconocido por el público.
Fuera de la televisión pública nos
encontramos con otros casos mencionables. Raro sería que en el llamado Canal Historia, no hubiera contenidos de difusión arqueológica. Como propuesta
patria, en su momento se emitió el programa Arqueólogo
por un día, el cual se ayuda del impulso de caras reconocibles para lograr una
propuesta interesante. Consistía en poner a un famoso a realizar el trabajo de
un arqueólogo durante un día, consiguiendo desembarazarse de la imagen romántica.
Una propuesta agradable y agradecida que, sin embargo, no pasó de las 6
entregas.
Rebajando el glamour de caras famosas y alejándose
de presupuestos y condiciones adecuadas a los proyectos nos encontramos con el
programa Un país en ruinas del Canal 33 Madrid. De todas las expuestas, la
propuesta más valiente y con menos recursos. En resumen no deja de ser un grupo
de amigos arqueólogos con una cámara recorriendo los yacimientos de la Comunidad
de Madrid, apoyándose en plataformas audiovisuales como Youtube. Quizá los medios no sean los mejores, pero se suple con las ganas que este equipo demuestra.
Contestando a la pregunta que da título
a la entrada contestaré lo siguiente: SÍ. Un programa de difusión arqueológica
puede ser sostenible en una parrilla televisiva tanto en cuanto la manera de
ver televisión ha cambiado. Internet ya le ha ganado la partida y es hora de
adaptarse. Incluso me atrevería a decir que es viable económicamente si se
enfoca de la manera correcta. La clave está en la didáctica. El público está ahí, y sólo hacen falta ganas y tirar
de ingenio para lograr un producto de calidad capaz de atraerlo.
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