miércoles, 9 de diciembre de 2015

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. EL BUEN HACER PERIODÍSTICO, RESPONSABILIDAD Y SENSATEZ


Tras un pequeño parón obligado por cuestiones de fuerza mayor recupero el blog (que ya tocaba), y es que hay mucho de lo que hablar. En esta ocasión quería hacerlo sobre el efecto de los medios de comunicación sobre el patrimonio y la responsabilidad que tienen para con él. Y es que si la difusión es absolutamente necesaria también lo es el rigor y la sensatez. En las cuestiones que nos afectan el periodista de turno no se puede permitir llevar por la emoción, plantear hechos cuestionables como verdades absolutas, ajustar los hechos a la teoría a placer o, lo peor de todo, pasar a inventar directamente. Lamentablemente no se puede evitar que algún periodista caiga en el error de vez en cuando, ya sea con la mejor de las intenciones o no. Y voy a pasar a los ejemplos para que esto se entienda mejor.

Este mismo año, durante la tradicional campaña arqueológica de verano en el yacimiento de Bilbilis (Calatayud) sucedió este fenómeno. Y puedo constatarlo de primera mano ya que yo mismo era miembro del equipo de excavaciones en ese momento. Durante los escasos veinte días que dura la campaña, Bilbilis se convierte en noticia y, por tanto, los periodistas son atraídos como abejas a la miel y uno se acostumbra a su pululeo por la zona haciendo las mismas preguntas aquí y allá. Pues bien, uno de nuestros bien intencionados amigos creyó leer lo que no era en el Diario de Excavaciones de Bilbilis y Valdeherrera que el equipo redacta con las novedades de interés. Como resultado nos encontramos un artículo de dos páginas en un periódico de tirada nacional como es el ABC en donde se afirma que se habían encontrado nada más y nada menos que tres lingotes de oro. Grave confusión, y es que nuestro amigo se dejó llevar por el entusiasmo leyendo oro en vez de hierro. Y no hace falta ser un lince para saber que esta errada información supone un tremendo daño para el yacimiento. Decir algo así es como darles un pase VIP a los “piteros” y detectoristas que destrozan el patrimonio en busca de tesoros hollywoodienses.



Otro ejemplo, este más reciente y de mayor alcance se trata de la sorprendente noticia que el programa de televisión Cuarto Milenio, comandado por el periodista Íker Jiménez, se atrevió a lanzar. El descubrimiento nada más y nada menos que de una pirámide en Cuenca. Y no, no es un chiste. Sin embargo, la polémica es alimentada por la entrevista y ensalzamiento en el programa del “descubridor”, Manuel Abril, tratado de “arqueólogo aficionado”, cuando este concepto ni existe. O se es arqueólogo o no lo es, de igual manera que se es cirujano o no. Otra cosa bien distinta es ser aficionado a la arqueología, aunque el mismo por norma general entiende que para según qué cosas existen unos procedimientos y un propio respeto hacia los yacimientos. Uno no se puede poner de repente a picar en una zona declarada como arqueológica sacando materiales para llevártelos a casa y emplearlos para sustentar teorías sin base en la práctica. Personalmente considero que existen  hobbies mucho más responsables y menos dañinos.
Si bien es cierto que el “aficionado” rectificó y cedió los materiales recuperados al museo de Cuenca el daño ya está hecho, y lo que no se puede hacer es apología del expolio escudándose en el entusiasmo y el interés humano que tan bien hacen. Íker Jiménez es un gran comunicador y eso no se puede negar. Es un señor que de hecho se gana la vida con la palabra y lo hace maravillosamente bien, pero en este caso habló más de la cuenta. Por supuesto las reacciones no se han dejado esperar y los profesionales enseguida se han manifestado llamando a la cordura. El Colegio de Arqueólogos de Madrid mismo hizo público un comunicado en el que exigía al periodista una retractación y no descartaba emprender acciones legales.
Vamos a ver, el yacimiento se conoce desde los años 70 y en el 2004 fue añadido a la carta arqueológica municipal. La morfología de las estructuras se han identificado con una fortificación que de hecho tiene paralelos en la Península y, en el caso de no ser una fortificación prerromana se trata de un yacimiento protegido por la Ley 4/2013 sobre Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha y su intervención por espontáneos constituye un delito. Pero claro, la realidad no siempre vende. 

Resulta verdaderamente curioso lo atractivas que resultan las pirámides y lo bien que venden. Parece una necesidad humana tratar de encontrarlas en los lugares más insospechados aunque su empleo se trate de algo recurrente como estructuras básicas que son, sin desmerecer la tecnología y conocimientos para su elaboración. Por supuesto la explotación de nuestra querida pirámide conquense no ha hecho más que empezar.
En definitiva hay ciertos límites que han de ser respetados y los medios han de tratar de actuar de manera responsable. Se trata de daños que nos repercuten a todos y con un poco de tacto son fácilmente evitables.

 
La pirámide en cuestión. Fotos realizadas por Luis Cañete extraídas del Diario Voces de Cuenca

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